sábado, 12 de noviembre de 2011

Mi vida vale más que la bala que me la quitará

21 de octubre de 2010


Hemos elegido a los representantes de nuestro pueblo, con el fin de que sean ellos quienes aseguren la preeminencia del individuo humano y su vida como lo más importante en el orden social de la nación. Es fundamental que sean estos representantes quienes promuevan valores espirituales y morales a la sociedad, que se hagan responsables de la consolidación de la seguridad, la justicia, la equidad, la libertad y, sobre todo, la paz.

Debemos recordar, sin embargo, que la paz es deber y derecho del Estado de Guatemala, no sólo de su Gobierno. Guatemala es un Estado que de libre, independiente y soberano parece no tener nada, y es deber de cada uno de los habitantes de este país cambiarlo. Nuestra forma de Gobierno es solo una parte representativa de la nación y no está exclusivamente en su poder transformar las situaciones injustas que se viven diariamente.

Entendiendo que no es sólo deber del Gobierno velar por el bienestar del país pero que éste debe luchar incondicionalmente por ello, debemos exigirle una mejor educación y que la pública llegue a más gente porque esta es un arma poderosa con la cual podemos transformar nuestras circunstancias. Debemos exigir seguridad y amparo para la niñez y la juventud, porque no hay reflejo más concreto de una sociedad que la forma en que esta trata a sus niños. Finalmente, debemos exigir que el dinero de nuestra nación deje de ser gastado en incoherencias e ilegalidades y sea invertido en educación, salud y seguridad… O el destino de nuestra nación será devastador.

Y a vos, que estás leyendo esto, te exhorto a buscar la libertad que tanto anhelamos. Ser libre no es solamente quitarnos las cadenas que nos atan, sino vivir una vida que respete y engrandezca la libertad de los demás. Tenemos demasiados problemas, estamos en lo que parece ser una calle sin salida, en un país sin escapatoria. Por esta razón, no habrá un camino fácil hacia esta libertad, y muchos de nosotros tendremos que pasar por un díficil camino y la tragedia una y otra vez  antes de que lleguemos a la cima de nuestros deseos. Si, es cierto… Pero aún así, debemos dar el primer paso.

Una nación que continúa produciendo hombres y mujeres con mentes débiles está garantizando su propia muerte: la planifica. Jóvenes guatemaltecos, demandemos nuestra libertad a quienes nos oprimen, pues ellos no nos la darán voluntariamente. Luchemos por un país sin violencia, donde en su centro se viva el principio del amor. Rehusémonos a aceptar la vista trágica que tenemos frente, acabemos con nuestra guerra de todos los días, empezando por creer que esta no puede ser nuestra realidad para siempre.

El poder del Gobierno de la República debe ser limitado exclusivamente a sus funciones primordiales. Por nuestra parte, los ciudadanos debemos comprometernos con los ideales de constitucionalidad y libertad individual. La verdad sin armas y la libertad incondicional tendrán la última palabra cuando el simple sueño de una Guatemala segura sea reemplazado por las acciones concretas de hombres y mujeres que dediquemos nuestra vida a la justicia, la paz y la hermandad.

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