viernes, 11 de noviembre de 2011

Guatemala: la guerra ¿sin fin?

02 de mayo de 2009


La paz no debe ser algo que simplemente deseemos; es algo que debemos hacer, algo que debemos ser y algo que debemos dar. La paz no es solamente mejor que la guerra, sino infinitamente más difícil que ella, y surgirá de la justicia vivida y hecha por naciones que se enfrentan a los obstáculos sin armas. La paz es un proceso diario, que gradualmente cambiará opiniones, lentamente erradicará viejas barreras y silenciosamente construirá nuevas estructuras.

Pero no podemos tener paz si nos preocupamos exclusivamente por ella; la guerra no es un accidente. La violencia es el resultado lógico de nuestra forma de vivir, el resultado de tratar de hacer paz con todo menos con nuestro prójimo. Si queremos atacar a la guerra, si queremos atacar la violencia, debemos atacar la forma de vida. El progreso no se logrará, nuestra libertad no sobrevivirá, nuestra paz no podrá ser manifestada, a menos que una gran mayoría de personas nos unamos para defenderlas y cambiar lo que está establecido.

Todo puede cambiarse, toda circunstancia aparece y desaparece. No hay paz hasta que uno pasa más allá de la agonía de vivir rodeado de muerte y crimen. Desde la juventud debemos guiar y ser guías de la muerte a la vida, de la falsedad a la verdad, de la desesperación a la esperanza, del miedo a la confianza, del odio al amor, de la guerra a la paz. Desde la juventud podemos llenar nuestro corazón, nuestra generación, nuestra patria de armonía; podemos darle a la paz una oportunidad.

Debemos buscar la forma de promover una sociedad mejor desde nuestra posición social y económica; ser innovadores. Creo firmemente en la posibilidad de nuestro progreso humano, de reformar gradualmente la sociedad mediante la razón, el convencimiento y la educación. Pero no solo basta querer una sociedad futura ideal, ni confiarse en que es suficiente el ejemplo de unas pocas personas para convencer a la humanidad de las ventajas del modelo pacífico; es ingenuo pensar que puede pasarse a la paz sin luchar para desaparecer las barreras que la impiden.

El humano es, no solamente un ser individual, sino también un ser social; es un libro en blanco que la sociedad procede a escribir. Lamentablemente, el carácter del individuo como tal pasa a ser creación del medio social y el azar de sus circunstancias, en vez de ser una naturaleza predestinada. Las condiciones de vida determinan el carácter del individuo guatemalteco, así que para mejorar estas condiciones de vida, se debe reconstruir completamente el ambiente en el que vivimos. El humano depende de su entorno natural y social; es bondadoso por naturaleza pero las circunstancias sociales muchas veces no le dejan serlo. Debemos mejorar el entorno para que emerja en el pueblo la tolerancia, el respeto y la resposabilidad, valores indispensables para nuestra prosperidad.

Como individuos, debemos movernos por que creemos en la necesidad de un cambio social, por lo que debemos proponer ideas que defiendan la libertad, los medios pacíficos sobre la violencia y la cooperación equitativa entre clases sociales. Debemos vivir la ayuda mutua pero con esfuerzo propio, la responsabilidad, la democracia, la tolerancia y la solidaridad. Debemos convertirnos en un grupo de individuos unidos para la solución de problemas comunes, motivarnos y llenarnos de fuerza de voluntad con el fin de alcanzar nuestras metas. Debemos cumplir nuestros deberes individuales para el logro de nuestra meta colectiva, sintiendo un compromiso moral con todos quienes nos rodean. Debemos tomar entender que somos iguales en deberes y derechos, y que merecemos la libertad de escoger nuestro propio camino.

Debemos promover valores como la honestidad, la transparencia, la responsabilidad y el compromiso con los demás si esperamos que nuestras autoridades los ejerzan. Y no debemos limitarnos en imaginar cómo podría ser nuestra Guatemala perfecta, nuestro país en el futuro, o sentarnos a esperar que algún día suceda la implantación de la paz como resultado del convencimiento general y del ejemplo de unas pocas comunidades. Por el contrario, debemos crear una paz basada en la crítica del orden establecido. Debemos ser críticos en relación a la injusticia y violencia de nuestro sistema, apuntar hacia un futuro de realización plena de las ideas de libertad, equidad y fraternidad, como fruto de una auténtica democracia.

Confío en que nuestra guerra diaria tiene una solución, la guerra que llamamos “un día normal” tiene la posibilidad de finalizar. Confío en que la mayoría de guatemaltecos sí amamos Guatemala, pero tenemos miedo. Y no está mal tener miedo, lo que está mal es dejar que el miedo nos aprese. Si no actuamos nosotros, ¿quién lo hará? Todos pueden contribuir un poco a la realización de esta meta común, somos nosotros quienes tenemos el poder.

Somos nosotros, los miembros de los sectores socialmente privilegiados, a quienes no nos falta nada, los que podemos hacer un buen uso de esa situación favorecida. No escogimos en que familia nacer, y nos tocó, afortunadamente, asomarnos en la casa de una familia que no vive debajo del puente. Somos nosotros quienes tenemos la responsabilidad de exigir que aquellos que sí habitan bajo el puente, tengan un hogar digno como el nuestro. Somos nosotros quienes desde nuestra posición social y económica podemos aspirar a un futuro mejor; pero ese futuro mejor no puede ser sólo para vos, para mí, para tus amigos y los míos, para tu hermana, para tu hermano y su "mara"… ¿Qué pasa con el resto de gente que vive a nuestro alrededor?

Esa pregunta también nos corresponde a nosotros contestarla. Si lográs cambiar tu forma de pensar, me podés ayudar a mí a cambiar, lo que llevaría a que tus amigos y los míos puedan seguir nuestro ejemplo, a que tu hermana se preocupe por lo que le está pasando al niño que le lustró los zapatos a tu hermano, a que tu hermano le pregunte al pequeño niño lustrador si le gusta lustrar y le cuente a su "mara" que el niño en realidad quiere ser fútbolista, a que la "mara" abra los ojos y se dé cuenta de que todos los niños prefieren un balón de futbol que un trapo.

Desde una simple idea, desde el transmitir del relato de un niño cualquiera, podemos cambiarlo todo. Podemos ser parte vital de un cambio en nuestro país, día a día. Ayudemos a desaparecer las barreras que nos separan, a que todos estemos sujetos a los mismos derechos, a favorecer el progreso de nuestro país por medio de un ordenamiento social que permita la realización individual de los ciudadanos. No nos queda más que seguir laborando y no desesperar jamás; seguir adelante, siempre.

No digamos: “ya me quiero ir a vivir a otro lado, estoy harto de vivir en esta mierda”; digamos: “estoy harto de vivir en esta mierda, voy a hacer algo para cambiarlo”. Preocupémonos por lo que le pasa a nuestra patria, cambiemos, y démosle fin a nuestra guerra sin fin.

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