sábado, 12 de noviembre de 2011

69 por ciento

14 de noviembre de 2010


¿Sabías que alrededor del 69% de la población guatemalteca actualmente se encuentra debajo de los 30 años? Somos la indudable mayoría y quienes tienen la energía para ser el motor y el reflejo de un cambio de actitud en la población, incentivándola de manera positiva a trabajar por un mejor país, comenzando, claro está, por uno mismo. Nuestra actitud hacia la sociedad, para crear las condiciones más favorables para su desarrollo, debe ser de disposición para conocer cuanto nos sea posible acerca de su estructura y funciones. Nuestro deseo debe dirigirse a libertar al individuo, en cualquiera de las clases sociales, de lo que lo obliga a seguir las vías de una cultura de opresión. Tenemos el derecho de conocer y elegir entre diferentes formas de vida, y estoy segura que la actual en Guatemala NO es la que la mayoría desea. Pensemos globalmente pero actuemos localmente, ofreciendo nuestro trabajo - la prueba visible de nuestro amor a la vida, al mundo y al prójimo - por la paz en nuestro país.

No decidamos no decidir, no pensar por cuenta propia e ignorar lo que está sucediendo alrededor. Las injusticias no puedem continuar así; es nuestro deber como seres humanos participar y buscar el bien de nuestra sociedad. La responsabilidad con nuestras acciones y prójimo puede ser expresada de muchas formas; para nuestra fortuna, la vida diaria de una comunidad puede darnos este desafío. Involucrarse en soluciones a los problemas que agobian a nuestras comunidades y a la sociedad debe ser parte importante de nuestro crecimiento colectivo y personal, considerándonos ciudadanos, no tanto de un sólo país como de todo el mundo.

Es necesario que involucremos también a otras personas y compartamos con ellos el deseo de cambiar, es necesario que le expresemos a las autoridades cómo miramos las cosas, que denunciemos  injusticias y defendamos a quienes son abusados, todo esto en la lucha de un mundo más humano y de una Guatemala democrática, libre y enamorada de la paz. Es necesario que apreciemos a cada persona como un ser que merece ser amado y que puede dar mucho, que es un ladrillo viviente, desde su identidad individual, en la construcción de un mejor país

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