sábado, 12 de noviembre de 2011

Lo que yo quiero

11 de septiembre de 2011


Faltando unos pocos días para el 15 de Septiembre, tengo ganas de decir algo. Quisiera empezar con un breve glosario, para que aclaremos desde el inicio mi postura, evitando malentendidos.

Machismo: el conjunto de actitudes y prácticas aprendidas, llevadas a cabo en pro del mantenimiento de órdenes sociales en que las mujeres son sometidas y discriminadas.
Hembrismo: el conjunto de actitudes y prácitcas aprendidas, llevadas a cabo en pro del mantenimiendo de órdenes sociales en que los hombres son sometidos y discriminados.
Feminismo: el conjunto de actitudes y prácticas adquiridas, que tienen como misión la igualdad de derechos y aceptación entre hombres y mujeres.

(Esto es por todas las mujeres y niñas que se sienten oprimidas, que han sido asesinadas o violadas. Incluso va para todas quienes no se sienten "suficiente" en medio de esta sociedad que nos exige perfección, para todas quienes se miran a un espejo y se odian porque han creído que deben ser eso que se espera que sean.)

Se nos vinieron encima los 190 años de nuestra Independencia... Pensando en esto y en el año electoral, me dio una nostalgia incomparable. Creo que quise llorar. Quise llorar porque me pregunto qué tan "independiente" y qué tan "libre" es una sociedad en la que las mujeres sufrimos cualquier tipo de rechazo, discriminación, violencia y opresión... A diario.

¿De qué sirve el acta de Independencia? ¿De qué sirven los acuerdos de Paz, la declaración de Derechos Humanos? De qué sirven tantas palabras si la realidad es que mientras exista violencia contra la mujer, aún no hemos alcanzado realmente la equidad, el desarrollo, la libertad y la paz.

Ser mujer en Guatemala es una de las contradicciones más grandes con las que me he tenido que enfrentar. Es fuerza, belleza, reto... Pero, lamentablemente, en nuestra sociedad ser mujer es ser objeto de represión y violación física, psicológica, emocional y sexual. Ningún hombre es capaz de entender lo duro que es el yugo con el que se nos oprime y violenta, ninguno es capaz de comprender las dimensiones de la presión que la sociedad y el machismo nos impone.

No digo que no exista violencia contra hombres también. Es evidente que la violencia en Guatemala, a fin de cuentas, no discrimina sexo y no pretendo dar discursos hembristas… Solamente creo que es necesario hablar de algo que entre jóvenes no hablamos. La violencia contra la mujer es una vergonzosa violación de los derechos humanos, no conoce límites económicos, culturales ni sociales; se da en casa de pobres y en casa de ricos, en jaula de alambre y de oro. Es necesario que tanto hombres y mujeres nos comprometamos a promover la dignificación de la persona, y para esto debemos entender que la mujer tiene los mismos derechos y capacidades que un hombre… Pero este sigue siendo aún un concepto difícil de entender para algunos.

Hombres, tal vez ustedes no se dan cuenta de cuándo son violentos con nosotras, pero sucede con más frecuencia de la que imaginan. Violencia no es sólo el femicidio, la prostitución, la violación sexual, la desaparición… La violencia tiene muchas caras. Por ejemplo, yo puedo decir que me siento violentada en esta sociedad porque tengo claro que, para la mayoría, mi cuerpo vale más que mi alma y mi mente, y por ende no valgo nada. No es necesario un cuchillo o una pistola, sino cualquier mirada o palabra puede hacer a una mujer reducirse a algo insignificante.

Gracias a Dios, he tenido la bendición de nacer en un hogar en donde soy respetada por cada miembro de mi familia y de crecer en un ambiente donde estoy segura y protegida. Sin embargo, esta no es la realidad de la gran mayoría. Hay mil razones para no aceptar que la violencia contra la mujer es una realidad en nuestra sociedad, pero debemos romper el silencio y proclamar que estas violaciones no son naturales.

Mis queridos compatriotas, los exhorto a que nos veamos con los ojos del corazón, a que nos demos el respeto que se nos ha negado y a que reconozcamos la dignidad del uno y el otro. La verdadera Independencia de nuestro país depende de nuestro esfuerzo por tratarnos todos como personas,  de nuestro esfuerzo por darle lugar a los derechos de todos los ciudadanos. Lo que yo quiero es una Guatemala más justa y libre, en que los hombres y mujeres vivamos con equidad y dignidad. Lo que yo quiero es una Guatemala donde me sienta segura y no amenazada, una Guatemala donde me sienta humana y no objeto.

Una Guatemala Independiente es aquella que es soberana, libre, en donde ninguno de sus ciudadanos es esclavizado, sin importar sexo, condición económica, social y creencias. Lo que yo quiero es que se detenga cualquier forma de violencia, discriminación de género y corrupción, que se fomenten los derechos humanos, la dignidad y el respeto hacia la persona. El desarrollo pleno de nuestro país depende también de nuestra lucha contra las injusticias que se viven en todos los sectores de la sociedad, depende de la búsqueda de la justicia e igualdad de oportunidades sin discriminación alguna.

Sé que es más complicado de lo que parece, pero este es un problema que se nos fue de las manos y es nuestro deber como ciudadanos de esta nación buscar su bienestar. Empecemos respetándonos como seres humanos. Hombres, empiecen viendo a la mujer por su alma y dignidad. Mujeres, empiecen viéndose a sí mismas de la misma manera. Sólo así podemos comenzar a construir una Guatemala en la que, desde nuestra innegable individualidad, todos trabajemos por la meta de la paz y la equidad.

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