sábado, 12 de noviembre de 2011

Lo veo

11 de mayo de 2010


Cierro mis ojos y lo veo.

Pareciera que todos nuestros problemas están aquí para quedarse, pero cierro mis ojos y lo veo. Pareciera que ya no somos humanos, sino sombras, pero cierro mis ojos y lo veo.

¿Por qué nos pasan estas cosas? No sé, nadie me quiere decir… Pero cierro mis ojos y lo veo. La paz ya no vive aquí, pero cierro mis ojos y lo veo. ¿Por qué se ha ido? ¿Estuvo aquí alguna vez?No sé, nadie me responde… Pero cierro mis ojos y lo veo.

Lo veo; veo un mundo nuevo y no más a este infierno; veo solo cielo. Veo a todas las personas viviendo en paz, viviéndola hoy y viviéndola siempre. Cierro mis ojos y puedo ver las calles de mi tierra sin niños necesitados e indigentes, familias con hogar, hogares con familias.
Un mundo donde no existe ninguna razón para matar, pero donde todos amamos con tal grandeza que seríamos capaces de morir por el otro, por el que no conocemos. Cierro los ojos y siento un viento lejano que suspira cuando sueño, el tiempo parece infinito y creo en todos. Cierro los ojos y siento que no nos hace falta nada; nos veo, humanos con latidos fuertes y firmes.

Cierro mis ojos y lo veo. No existen guardias que disparen, ni perros que aúllen de soledad. Veo una fiesta de gozo y alegría; la ciudad cambia porque hemos dejado una huella inmensa, imborrable, indeleble y perdurable.

Ya no estoy sola, y ya nadie está solo.

La paz flota incansable, hipnotizada por la luna y por el sol. No más agonía, no más profanidad, no más armas, no más muertos inocentes. Cierro mis ojos y lo veo, somos poesía viviente, inmune al desencanto y a la crueldad.

Hemos llegado a un nuevo tiempo, más sedientos de amor que nunca; nuestra historia no vuelve a repetirse y jamás tornamos a caer con las mismas piedras. Ya nada es absurdo y ningún sueño es vendido… Amanece para ti, para mí, para ella y para él.

Parecían haber demasiadas razones para que nuestra esperanza se quebrara, pero cierro mis ojos y lo veo… Estamos vivos. La vida no es más un tormento, una angustia, sino un viaje para descubrir la belleza del mundo, para inventarla, y correr libremente a cualquier dirección.

Parecía que hoy las utopías se vendían en los supermercados, pero cierro mis ojos y lo veo: humanos entregados a su libertad. Ya no estamos perdidos en la furia de la ciudad ni deseamos con todo fervor ser héroes de ningún tipo… Sólo queremos ser humanos.

Cierro los ojos y lo veo. Ya no somos dueños pasivos de algo absurdo, ni esclavos de nadie, ni somos aduanas de lo que nunca pasará. Nuestra ira ha retornado pero vuelta en esperanza, y la ciudad por fin tiene salida.

Un mundo de equidad, un mundo donde nos sentimos identificados con nuestro prójimo y tenemos la necesidad aguda de hacer algo por aquella persona que más nos necesita. No más esclavitud de ningún tipo, pero más tolerancia, más independencia, más libertad. Un mundo donde en nuestros corazones existe, no sólo la bondad, sino también la garra para luchar por lo que es justo.

Un mundo de oportunidades, de ideales; un mundo donde no hay necesidad de mendigar, ni de hacerle daño a quien tenemos a nuestra par. Un mundo de auténtica paz, de auténtico amor, y auténtica felicidad.
Cierro mis ojos y lo veo. Lo veo.

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